Escritor y músico, y autor de la premiada novela Bioy, Diego Trelles, quien radica en Francia, deja por un momento la literatura para hablar sobre la política peruana, pese a que en un par de horas se dirige a presentar Adormecer a los felices, su último libro. Nos juntamos en el Pinkberry del óvalo Gutiérrez, y este es un extracto de la conversación que sostuvimos.


¿Si alguien te preguntase cómo es el Perú, qué le dirías?

Le diría que es un país jodido, complicado, difícil, que tuvo mucho, y siempre por una historia de corrupción, lo perdió todo.

¿Por qué jodido, por qué complicado?

Porque la historia republicana del Perú está llena de eventos que pudieron llevarnos a una posición interesante, tanto económicamente como en términos de desarrollo de las personas, pero siempre hubo regímenes que se lo trajeron abajo.

¿Sin pretender caer en generalizaciones, hay rasgos que caracterizan al peruano?

Uno de los rasgos que caracteriza al peruano es cierta resignación, cierta sumisión, que estamos aprendiendo a vencer. A diferencia de otros países de América Latina, no tenemos muy claro, a veces, el hecho de que nosotros debemos protestar por cosas que son inadmisibles. La noción de ciudadanía no se ha desarrollado lo suficiente. Eso ha permitido, salvo algunos espacios y momentos, que las cosas estén como están ahora. Es decir, el Perú crece económicamente para pocas personas. Los modelos se mantienen. Los presidentes que entran no importa de qué partido vengan, terminan gobernando de una forma que beneficia a pocas personas. Para mí, quienes controlan este país son los empresarios.

¿Qué es lo que más te gusta del Perú?

Su comida. Su poesía.

¿Lo que menos te gusta?

La corrupción y el racismo.

¿Cómo describirías a Ollanta Humala?

Como una oportunidad perdida.

¿Y a Nadine Heredia?

Alguien que pudo tener mucho, y lamentablemente lo perdió.

Tu balance del gobierno de Humala en una palabra...

Decepción.

¿Por quién vas a votar en el 2016?

Por Verónika Mendoza, si gana las primarias. Creo que las va a ganar. Definitivamente, votaré por ella. Tengo un gran respeto por Marco Arana, porque es un candidato honesto, pero no tiene opción de ganar en las presidenciales, a diferencia de Verónika Mendoza.

¡¿Ganar las elecciones?! ¡Si llega al 10% ya va a ser un triunfo enorme para ella!

Yo creo que podemos remitirnos a lo que ocurrió con Ollanta en el 2011, que estaba cuarto a pocos meses.

En el Perú puede pasar cualquier cosa, es verdad. Ahora, en la eventualidad de que gane Verónika Mendoza, ¿quién debería ser su ministro de Economía?

Pedro Francke.

¿Y cómo debería ser su plancha?

Una plancha que a mí me interesaba tenía a Marisa Glave, pero por cuestión de edad no podría integrarla. Sergio Tejada es otra persona interesante...

La nueva hornada de la izquierda, o sea…

Estoy con esta generación que está intentando hacer las cosas bien. Tenemos una historia de la izquierda que a mí me parece deleznable, caótica, personalista, caudillista y, además, una izquierda en la que los elefantes, los viejos zorros, quieren imponer una forma de hacer las cosas.

Mi percepción hasta el momento es que la candidatura de Verónika Mendoza se trata de una postulación huérfana de cuadros políticos y técnicos...

No te negaré que está en etapa de formación. He escuchado a muchos politólogos decir que lo que necesita la izquierda es unirse. También creo que es así, pero siguiendo ciertas normas que tienen que ver con las responsabilidad de la gente de izquierda. Es decir, el Frente Amplio, por más bemoles que tenga, está haciendo el camino correcto al hacer las primarias y escoger democráticamente a un candidato único con voto universal y nacional. En consecuencia, si Verónika Mendoza logra la candidatura –que, en mi opinión, sí lo va a lograr- una serie de partidos van a acercarse. Siento que todo esto puede ser un tsunami de la esperanza.

¿Verónika Mendoza puede ser el tsunami de la esperanza?

Sí. El panorama es desolador y el elector se da cuenta. Por eso tenemos más de 30% que no quiere votar por Keiko ni por Alan. Yo no votaría nunca por Alan García ni por Keiko. Prefiero tomar arsénico.

¿Y PPK?

Algunos podrán votar por PPK, yo no; y Toledo creo que está muerto políticamente. Qué sucede si viene una congresista joven, como Verónika Mendoza, con estudios en el exterior, que tiene un historial en el Congreso bastante respetable al defender luchas sociales, de género. Además, cuando la entrevistan en RPP, Exitosa, y otros lados, uno se da cuenta de que es una mujer preparada.

¿Qué le falta al Perú para dejar de ser un país de tecnopor?

Institucionalmente, el Perú es una desgracia. Institucionalmente, está quebrado. Hay cosas dentro de los poderes que son como el cáncer. Creo que el cambio comienza por la gente. La gente tiene que empezar a creer…

Difícil creer en los políticos que tenemos. Cada cinco años lo único que hacemos es votar siempre por el mal menor…

Exactamente. Verónika Mendoza no es el mal menor. PPK sí es el mal menor, y yo no votaría por él, porque no veo gran diferencia entre Keiko y PPK. De otro lado, la historia de corrupción y los aparentes lazos del narcotráfico que tienen el fujimorismo y el APRA no los hacen opciones viables para el Perú. Eso para empezar. Creo que el peruano necesita creer. Lamentablemente, es difícil por el historial que hemos tenido, donde se vota por una opción que termina siendo completamente otra distinta. Tenemos a PPK que dice que es socialista… Eso me parece a mí una broma de mal gusto. 

No sé si de mal gusto, pero sonó gracioso.

Es obvio que él va a decir cualquier cosa. Mira los cuadros que está armando: el papá de Ciro Castillo Rojo. Esto ya parece un programa de espectáculos.

¿Cuál es tu opinión sobre el cardenal Juan Luis Cipriani?

Para empezar, es un plagiador con todas sus letras. Es una persona peligrosa, una persona que se quedó callada durante la dictadura, una persona cercana a la religión más reaccionaria, a los círculos de poder más nefastos. Es alguien que ya debe salir. Ese señor no debe estar, no le hace ningún servicio al país, ninguno.

¿Cuál es tu pasatiempo favorito?

Escribir. Mi trabajo, mi pasatiempo y mi vida es escribir.

¿Cuál es tu mayor extravagancia?

Pensar mucho en la muerte.

¿Cuál es el rasgo que más te desagrada de ti mismo?

Cierta soberbia que aparece y desaparece.

¿Qué persona viva te inspira desprecio?

La triada de la barbarie: Alan García, Alberto Fujimori y Abimael Guzmán.

¿Tienes héroes?

Uno de mis héroes favoritos es William Faulkner, porque el tipo escribía en cualquier lado.

¿Cómo te gustaría morir?

Durmiendo.

¿Qué libro le regalarías a un niño para iniciarlo en la lectura?

El que me regaló mi padre: Demian, de Hermann Hesse.

¿Y a un niño de 8 a 10 años?

El Principito.

¿Cuál es tu lugar preferido?

Normalmente, San Bartolo en el verano.

¿Si pudieras tener un súperpoder cuál sería?

Me gustaría tener la posibilidad de desaparecer.

¿Qué plato peruano es tu preferido?

El lomo saltado.

¿Qué libros te han marcado?

Los cachorros de Mario Vargas Llosa. Santuario de William Faulkner. Los detectives salvajes de Roberto Bolaño. Meridiano de Sangre de Cormac McCarthy. Viaje al fondo de la noche de Louis-Ferdinand Céline.

¿Qué música te gusta?

Me gusta el rock de los 80 en inglés.

¿Cuál es tu rutina para escribir?

No tengo. Soy lo que defino como “un escritor histérico”. Cuando tengo tiempo de escribir, no lo hago, porque hago otras cosas que no necesito hacer. Y cuando no tengo tiempo de escribir, es cuando necesito escribir. Recientemente, cuando iba al trabajo en París, escribía en el Metro. Soy todo lo contrario a un escritor de oficina, que le llega la inspiración o le llega el momento de escribir y puede pasarse días escribiendo. Hay días en que escribo dos o tres palabras en el momento más inesperado. Pero también escribo a mano, no solo en computadora.

¿Con qué personaje literario te sientes identificado?

Con Arturo Belano, el alter ego de Roberto Bolaño en Los detectives salvajes.